Nativity. Caravaggio. 1609. Formerly in Oratorio di San Lorenzo
El inmenso óleo Natividad con San Francisco y San
Lorenzo (1609) fue uno de los últimos trabajos del maestro milanés del
tenebrismo, Michelangelo Merisi da Caravaggio.
El mismo le fue comisionado en Palermo
(Sicilia) para el altar del Oratorio de San Lorenzo y allí estuvo
colgado durante 360 años. Hoy una copia digital ocupa el espacio del original
que en octubre de 1969 fue robado y que después de cuatro décadas de investigaciones no ha aparecido, se especula que fue completamente destruido,
fatídico destino que ejemplifica ese binomio de la vida del autor y su obra. En
ella, un perseguido y cansado Caravaggio
nos brinda una representación poco usual del nacimiento del Mesías,
a quien coloca desnudo en un plano más inferior y terrenal, no es la colorida postal
que esperaríamos en Navidad con el niño en el pesebre, Cristo está entre las
sombras del suelo, rodeado por la bestia y otras seis figuras que concatenadas
gestualmente invitan a la meditación. Pudiera pensarse ante un primer atisbo
que se tratara de una Adoración de los Pastores, pero no, Caravaggio cumplía con el pedido y allí
pintó a destiempo a San Lorenzo a la izquierda y a San Francisco a la
derecha. La madre que por su vestimenta y postura parece más una pobre aldeana que
una Virgen,
esconde un silente dolor en su exhausta expresión. El Ángel aclara que el lugar
del recién nacido está en el cielo, al lado del verdadero Padre, porque el otro, el
padrastro José, pudiera disputarse entre cualquiera de las dos figuras
restantes: la que nos da la espalda o la que
pareciera conversar con él. Caravaggio
duda de la Redención y su triste realidad matizada por escándalos, peleas
y duelos, heridas, enfermedades y muerte, persecución, prisión y exilio, lo
llevaron a considerar el futuro como incierto.
Esta pieza está entre las obras
de arte más buscadas por el FBI y no
forma parte de las imágenes que incrementan los bytes de mi carpeta navideña; sin embargo reparé en ella en estos
días de diciembre en que un aplanamiento afectivo moldea mis emociones. Parece
ser que sí superamos “el fin de los tiempos” pronosticado por los mayas cuando con más penas que glorias,
sobrevivimos a este último solsticio de invierno; pero ante tanto desaliento
noticioso y estadísticas globales espeluznantes, como Caravaggio, dudo del advenimiento de un mundo mejor. Pido al niño Jesús
y a los Reyes Magos, que así como este artista del barroco italiano
sacó luz de sus tribulados pensamientos y la deslizó en la oscuridad de su
pintura iluminándola para siempre, me dé el juicio necesario para continuar marchando
con sano equilibrio por este tortuoso camino que se llama siglo XXI, para con
júbilo conversar y estar físicamente
presente entre familiares y amigos, y para también reír hacia dentro de mi alma, sin tener que poner mis ojos en los mensajes de
textos ni en los likes de las páginas
sociales.
You Will Not Escape From The Art Sector. Steven Guermeur. 2012. SCOPE Miami
“The ARTS are essential to the
health and vitality of society. It characterizes humanity and places our
current mark in history. It is through art that we’ve learned about our past
and how we will be perceived by future generations” –AroundTown Magazine,
Dec/Jan 2013
Llega
diciembre y Miami se abre al arte contemporáneo. Artistas (y artesanos) de todo
el mundo luchan una plaza en cualquiera de los booths que se levantan con cada edición de Art Basel y sus ferias satélites.
La industria del arte –a pesar del cataclismo económico universal que se nos
avecina (si ya no aquí)- sigue siendo muy lucrativa, mientras el clima y
desenfado miamense crean el setting
perfecto para estos eventos; hasta el mismísimo da Vinci y su ‘partner’Melzi hubieran compartido una lujosísima
habitación en Miami Beach dejando atrás su fría mansión de
Amboise, cuando de vender se trata.
Charles Darwin & Marilyn Monroe. Alexi Torres Evan Lurie Gallery. SCOPE Miami 2012
La vida me ha
dado la magnífica oportunidad de visitar importantes museos de arte en el
mundo, y a pesar de que formas y colores pueden combinarse en infinitos medios y
seguir una estética y apreciación particular, ya pocas cosas me impresionan, amén
de la saturación visual que se produce después de degustar lo presentado por varios
galeristas en serie (dicho en un largo plural). Al final siempre nos quedan los clásicos.
The Crucifixion of St. Peter. Christian Guémy (C215). White Walls SF. SCOPE Miami 2012
Hay una línea fina entre un artista plástico y un
artesano, que los propios autores cruzan una y otra vez en una lucha por la
supervivencia. Ambos crean belleza y la comercializan, pero el primero debe de
expresar a través de su técnica un sentimiento, una historia con la cual ‘enganchar’
a aquellos que no lo somos y eso es algo muy espiritual que va más allá que la habilidad
manual de crear un artículo de función únicamente decorativa. Por esa línea
interrupta caminé durante estas jornadas. Aquí dejo una muestra de lo que pudo captar mi cámara: ¿Arte o artesanía? Clasifique usted.
Por su parte, mi primo Damián hizo de las suyas llamando la atención con el rojo de su T-shirt y la imagen del 'restaurado' EcCHE Homo, sin imaginar que tal irreverencia devendría en complemento perfecto para los trabajos de Andrew Moore, fotógrafo norteamericano que por más de una década ha estado 're-descubriendo' la realidad cubana a través de su lente.
Mirador, Gibara. Andrew Moore. 2008 Jackson Fine Art. Art Miami
Y cuando estuve a punto de escapar -insatisfecho- de esta estampida plástica tan comercial y muchas veces mediocre, avizoré varias piezas del maestro Wifredo Lam. Justo allí, retrocediendo al Modernismo de nuestra vanguardia, quedé atrapado.
Untitled. Wifredo Lam. Leon Tovar Gallery. Art Miami 2012
Autumn Bonsai Exhibit: Beautiful Transitions U.S. National Arboretum.
Adoro el otoño y sus colores quizás por
ser la estación del año en que vi la luz por vez primera y me arrulló su brisa
agradable. Necesitaba escaparme más allá de la gama de verdes que me rodea y
sin pensarlo dos veces me hice de boletos hacia Washington, D.C. Dos horas
después ya estaba rodeado derojos,
amarillos y naranjas y una lluvia perenne de hojarasca que salpicaba jardines, monumentos
e instituciones estatales.
U.S. National Arboretum. Washington, DC
Me disponía a cruzar Constitution Avenue para repasar algunas obras plásticas en el National Gallery of Art, cuando reparé
en unas enormes banderolas entre las bellas columnas corintias de los Archivos
Nacionales que me hicieron cambiar el
rumbo. En ellas podía leerse: “To
the Brink: JFK and the Cuban Missile Crisis”. Creo
que es la primera vez que un tema ‘político’ me roba el poco tiempo que puedo
destinar al arte y no me arrepiento, toda historia.
The National Archives. Washington, DC
Cinco décadas de vida cumpliré
próximamente que coinciden temporalmente con la exhibición anunciada a grandes
letras: Crisis de octubre para los
cubanos, Crisis de los misiles cubanos
para los norteamericanos o Crisis del
Caribe para los soviéticos, las tres partes involucradas en un conflicto
internacional que hace cincuenta años llevó al mundo a tambalearse en el borde de un cataclismo termonuclear.
Las
condiciones históricas y los detalles de los 13 días del otoño de mayor tensión
entre las superpotencias del mundo moderno del pasado siglo están adjuntos en
un video muy educativo que encontré después; pero ‘in situ’ mi piel se
hacía de gallina en la medida que leía las transcripciones y oía las cintas
(ahora digitalizadas y desclasificadas) que secretamente se grabaron en la Casa
Blanca durante las reuniones del Presidente con el ‘Ex Comm’ para decidir cómo proceder frente a la provocación de la
URSS instalando misiles nucleares a 90 millas de sus narices, capaces de
alcanzar las principales ciudades estadunidenses en menos de 5 minutos. Bajo
tremenda presión J. F. Kennedy -con disciplina y delicadeza- condujo las
negociaciones, insistíaen que los
misiles tenían que ser removidos al tiempo que un impulsivo Khrushchev se
negaba. Un avión americano U-2 fue derribado en tierras cubanas por personal
soviético (pero bajo las órdenes de Fidel Castro). El Presidente se opuso a
responder usando la fuerza y cedió al chantaje público del Premier soviético (a
cambio de que Cuba nunca fuera invadida –el fatalismo geográfico insular ya
estaba echado-) y al chantaje secreto de remover posteriormente los misiles
Júpiter de Turquía. Nikita Khrushchev súbitamente anunció el desmantelamiento de los misiles cubanos a
través de la radio moscovita en octubre 28 (día considerado como el último de
la crisis). Cuba no fue consultada y al sátrapa le dió la ‘pataleta’ por haber
sido multiplicado por cero en la negociación(es de destacar que dos días antes, Castro, en una carta incitaba al
mandatario soviético a ‘tirar la primera piedra’ –nuclear- a EU. Posteriormente
donde escribió digo reacotó Diego).
John F. Kennedy, 35th President
Elaine de Kooning, 1963
National Portrait Gallery
Cuando salí de la Lawrence F. O’Brien Gallery, después de actualizarme con todo
aquello, ver artefactos, manuscritos, fotos, documentos top-secret ahora públicos, la propia pluma con que Kennedy
firmarala Proclamación de Cuarentena
Naval (que no bloqueo) estaba más helado que la propia Guerra Fría que caracterizó
la época. Solo pensaba que pude no haber completado mi término intrauterino,
que mi posición encorvada, con los brazos cubriéndome la cara y las rodillas
replegadas sobre mi vientre, erailusamente mi respuesta de protección dentro del bunker materno ante aquellas
noxas externas y la violación de mi derecho de nacer. ¡Cuan azarosa es la vida!, ¡qué casual llega a ser un nacimiento! ¿Cómo se puede sortear la muerte por la Patria
o por una palabra llamada Socialismo? ¿Cómo a un loco -que según el perfil
psiquiátrico ofrecido por la CIA no lo era- le importara un bledo que su gente,
sus ancianos y sus niños serían los primeros en pulverizarse…? Creo que la
solución pacífica de la crisis fue uno de los logros más grandes de la
administración del Presidente Kennedy, aunque en genuflexión supo salvar a la
humanidad.
Lo que vino después es más conocido: Las
bases nucleares fueron desmanteladas bajo supervisión internacional, se firmó
un tratado para poner fin a la carrera armamentista y la producción de armas
nucleares, y el gobierno cubano empezó a cacarear sus Cinco Puntos.No sé si felizmente, pero nací pocos días
después aun rodeado por buques navales americanos, mi ablactación incluyó
compotas Gerber (de las intercambiadas por los prisioneros de la Bahía de
Cochinos) y crecí bajo la amenza psicológica de un enemigo fantasma que
atacaría en cualquier momento y por cualquier rincón, con el miedo de no llegar
a los 16 años y tener que marchar a un campo de entrenamiento militar o ser
seleccionado para cavar trincheras o perforar refugios “on that imprisoned island” como la llamara el Presidente en su
locución hacia el pueblo americano aquel 22 de octubre de 1962.
Pero en los recintos de los Archivos
Nacionales experimenté también satisfacciones: Tuve frente a mí una de las
cuatro copias originales de la Carta Magna, documento en latín fechado en el
1297, un ícono de la democracia (ya había visto otra de estas primeras copias en
la Catedral de Salisbury, en UK) y en su rotonda, los grandes pliegos de papel
que con caligrafía atenuada por el tiempo, conforman las Cartas de la Libertad:
La Declaración de Independencia Americana (1776), La Constitución de los EUA (1787), y La Carta de Derechos (The Bill of Rights, 1791). Es importante de vez
en cuando entrar en ‘shock’ con la
Historia, y esta oportunidad de acceder libremente a la información nacional fue
‘priceless’.
La Democracia de esta gran nación empieza
en esta monumental estructura: en sus Archivos Nacionales, y Ud. la puede hacer
valer en sus urnas.
Oriente
primero y Occidente después popularizaron el uso de los abanicos de mano;
decorarlos por afamados artistas se remonta a casi cinco siglos atrás. Reyes y
aristócratas, peninsulares e isleños hicieron del abanico de mano un objeto
inseparable del ajuar femenino (que no conocía de diferencias de género en sus
inicios) y el instrumento de un ‘segundo’ sistema de señales.
Pero Gustavo
Orta, curador de la exhibición Abanicos Para Siempre (Fans Forever), ha querido
rememorar con el apoyo del Miami Dade College (MDC), artistas y coleccionistas, no al
abanico por su valor de uso -perdido en ámbitos refrigerados y en la inmediatez
apocopada de un mensaje de texto- sino en un gesto filantrópico que tuvo lugar
en la década del cuarenta habanero, donde reconocidos artistas plásticos
cubanos donaron abanicos decorados con su impronta para la restauración de la
Iglesia Parroquial de Santa María del Rosario, ubicada en el Cotorro.
Wifredo Lam. Década del 40 (Detalle: rostro de Helena Holzer, su esposa)
En el MDC Museum of Art + Design, con sede en el Freedom Tower, ícono del downtown
miamense, y no por siempre sino sólo hasta el 2 de noviembre, podrá disfrutarse
de la plástica de 48 artistas cubanos: de los que participaron en el evento
original del Lyceum Lawn Tennis Club de La Habana capitalista, de los que
vinieron después, de los que ya no están entre nosotros, de los jóvenes nuevos
y de los más ‘usados’, de los que se quedaron y de los de la diáspora, de los
que van y vienen, en fin una lista generacional incompleta de pintores y
abanicos que nos refrescan los ojos y airean el alma.
Mariano Rodríguez. Década del 40.
Cundo Bermúdez. 1943.
Y todo comenzó así. Tony López. Miami (Una de sus últimas composiciones)
Gina Pellón. París
Mariposas en Flor. Mysora García. Miami
Cesar Santos. New York. (La única pieza expuesta que combina dos abanicos)
Sólo me quedan dos preguntas para moldear esta
otra arista de intercambio cultural: a excepción de las obras prestadas por
coleccionistas, los ilustrados abanicos que fueron comisionados para esta
exhibición, ¿se subastarán o pondrán a la venta? y de ser así, ¿a nombre de qué
organización benéfica? Es de destacar que la exposición es gratuita y su catálogo,
de excelente calidad, se puede adquirir a un módico precio. Un último tip, si encuentra la inmensa puerta de
madera de la torre cerrada, no se amilane, acumule un poco de fuerzas y empújela,
más allá de los abanicos de mano exhibidos en el segundo piso sin promoción en
las banderolas de la fachada, los custodios no desean que su frío aire se les
escape. Las temperaturas siguen siendo veraniegas en Miami.
Frente a un Portocarrero y tres Marianos. Fans Forever
Antínoo (detalle). Escultura en mármol de Paros. 130-138 d.C.Museo Arqueológico de Delfos. Photo by José Soriano
Continúo con lo que es ya una triada de
turismo erótico. Honorando a Freud y auto-psicoanalizándome, comprendo que estoy
atravesando -todavía- la fase genital (que no fálica) de mi desarrollo
psicosexual. Y es que después de regresar de Italia, vuelven a mi mente los temas
sexuales del mundo antiguo, esta vez el amor desmesurado de Adriano por su
esclavo Antínoo.
Estatua del Emperador Adriano. Photo by Lino Lara
Adriano fue uno
de los cinco emperadores ‘buenos’ de
Roma, asumió el poder con un poco más de 40 años, consolidó las fronteras de su
imperio, fue un militar bravo, fuerte y severo, pero también fue un gran
pensador, un hombre tierno, sensible, de gustos refinados, poeta y arquitecto,
un especial admirador de la cultura griega, viajero por excelencia y
‘reservado’, prefería vivir retirado en un lugar más ‘íntimo’ donde sortear la problemática imperial que en el concurrido
palacio de la colina palatina; así que ordenó construir un complejo residencial
diseñado en parte por él mismo e inspirado en sus numerosos viajes. Allí
reprodujo estructuras que le impresionaron mientras recorría su vasto imperio
-al menos las copiaba y no las robaba de sus sitios originales-, también era
coleccionista y amante de lo bello, el resultado fue la ecléctica y suntuosa Villa
Adriana, una amalgama arquitectónica construida con métodos muy romanos
y adaptada a la belleza natural del terreno tiburtino.
Villa Adriana. Segmento del Canope. Tívoli. Photo by José Soriano
La visité recientemente,
allí me enteré que justo debajo de mis pies existía todo una red de corredores
subterráneos por donde se desplazaba la servidumbre en sus faenas cotidianas de
forma tal que no interfirieran con los eventos que se sucedían en la vida de la
élite de superficie, idea que los parques temáticos de Disney World han sabido reproducir muy bien. Pero poco queda de la riqueza de antaño, después del declive del Imperio Romano, la
villa pasó al olvido y fue sistemáticamente saqueada, empezando por el hijo de
Lucrezia Borgia, el cardenal Ippolito d’Este, quien tomaría gran parte de los
mármoles y la estatuaria para decorar su propia villa en Tívoli (Villa d’Este).
Hoy el acervo artístico de la Villa Adriana se halla diseminado entre colecciones privadas e importantes museos del mundo.
Frente a la entrada de la Villa Adriana Photo by José Soriano. 2012
No es mucho lo
que se expone en su Antiquarium, situado a pocos pasos del Canope, quizás el sitio más
distinguido con que se recuerda la villa, pero tuve la suerte de disfrutar de
la exhibición Antinoo, Il Fascino Della Bellezza, título que trae –sólo por unos
meses- alrededor de cincuenta piezas (entre esculturas, relieves, monedas y
gemas) al lugar del cual nunca debieron salir. Todo un viaje al arte, la
historia y la beldad, un viaje que irremediablemente me llevó, una vez en América,
a repasar las 'Memorias de Adriano'1.
La muestra se divide en cuatro secciones que
cuentan la historia de Antínoo, el esclavo favorito del emperador.
La primera reúne algunos retratos de
Adriano y Antínoo, bustos ingeniosamente colocados unos frente a otros como si
sus miradas se cruzasen sugestivamente.
Antínoo Farnesio. Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Photo by Lino Lara
“(…)
los rostros que buscamos desesperadamente nos escapan (…) Aquel cuerpo delicado
se modificó continuamente, a la manera de una planta, y algunas de sus
alteraciones son imputables al tiempo. El niño cambiaba, crecía. Una semana de
indolencia bastaba para ablandarlo; una tarde de caza le devolvía la firmeza,
su atlética rapidez. Una hora de sol lo hacía pasar del color del jazmín al de
la miel. Las piernas algo pesadas del potrillo se alargaron; la mejilla perdió su
delicada redondez infantil, ahondándose un poco bajo el pómulo saliente; el tórax
henchido de aire del joven corredor asumió las curvas lisas y pulidas de una garganta de
bacante. El mohín petulante de los labios se cargó de una ardiente amargura, de
una triste saciedad. Sí, aquel rostro cambiaba como si yo lo esculpiera día y
noche.”
Parece ser que la relación se inicia en
el año 123 d.C. cuando el emperador romano pasó por Bitinia (hoy parte de
Turquía) en unos de sus viajes. Antínoo tendría entonces 12 ó 13 años.
Busto de Antínoo. 130-138 d.C. Museos Vaticanos (Sala dei Busti) Photo by José Soriano
“(…)
Aquella noche se leía una obra (…) de Licofrón (…) Algo apartado, un muchacho
escuchaba las difíciles estrofas con una atención a la vez ausente y pensativa
(…) No había traído ni tabletas ni estilo. (…) Hice que se quedara cuando se
marcharon los demás. Era poco instruido, lleno de ignorancias, reflexivo y crédulo
(…) logré hacerlo hablar de su casa familiar, (…) aquella voz algo velada
pronunciaba el griego con acento asiático. De pronto, sabiéndose escuchado o quizá
contemplado, se turbó, enrojeciendo, y recayó en uno de esos obstinados
silencios a los que acabé por habituarme. Así habría de nacer una intimidad. A
partir de entonces me acompañó en todos mis viajes, y comenzaron algunos años
fabulosos (…)”
Y la bella ‘mosquita muerta’ se dejó llevar por el encanto de su hermosura, al
fin y al cabo en la época no eran infrecuentes las relaciones homosexuales
entre hombres maduros y pre-púberes o adolescentes. Aunque no se sabe con certeza cómo y en qué condición
abandonó su tierra natal, dos años después Antínoo ya estaba instalado en la
capital del imperio romano recibiendo una esmerada educación, los cuidados
directos del emperador, reciprocando amor y compartiendo la pasión por la caza con
su amo.
Tondo con escena de caza. Photo by Lino Lara
“(…)
Su presencia era extraordinariamente silenciosa; me siguió en la vida como un
animal o como un genio familiar. De un cachorro tenía la infinita capacidad
para la alegría y la indolencia, así como el salvajismo y la confianza. Aquel
hermoso lebrel ávido de caricias y de órdenes se tendió sobre mi vida. (…) Sólo
una vez he sido amo absoluto; y lo fui de un solo ser.”
En la muestra se encuentra un bello
bajorrelieve que reproduce uno de los tondos presentes en el Arco de
Constantino en Roma (de hecho Constantino lo reusó de la época Adriana) donde
se describe una escena de caza en la que los amantes arremeten contra un jabalí,
pasaje que humorísticamente Reinaldo Arenas2 tomó prestado en letras y puso en boca de Lezama Lima, escritor cubano de conocido gusto helénico.
La segunda sección se centra en la
deificación del joven bitinio después de su muerte, quien se nos presenta como
Apolo, Dionisos o incluso como un sacerdote de Atis.
Busto de Antínoo. 130-140 d.C. The British Museum. Photo by José Soriano
Sólo siete años duró el entusiasmo
carnal, en el 130 d.C. después de una larga estancia en Alejandría, el
emperador Adriano y la emperatriz Sabina (su consorte) embarcaron en un viaje
por el Nilo escoltado por su sirviente preferido y la corte imperial. La suerte
estaba echada quizás por el oráculo: Antínoo fue encontrado sin vida en las
aguas del Nilo. Desde entonces su muerte ha permanecido rodeada de misterio:
accidente, complot o asesinato, sacrificio, suicidio o auto inmolación. Muchos
fueron los rumores maliciosos que pronto se expandieron por el imperio. Adriano
quedó devastado, profundamente afectado por el dolor de la pérdida ordenó deificar
a Antínoo. Templos y ciudades se fundaron en su honor y la bella imagen del joven amado se esculpió en mármoles y apareció en monedas.
“(…)
Bajé los resbaladizos peldaños: estaba tendido en el fondo, envuelto ya por el
lodo del río (…) conseguí levantar su cuerpo, que de pronto pesaba como de
piedra (…) Hermógenes no pudo sino
comprobar la muerte. Aquel cuerpo tan dócil se negaba a dejarse
calentar, a revivir. Lo transportamos a bordo. Todo se me venía abajo; todo pareció
apagarse. Derrumbarse el Zeus Olímpico, el Amo del Todo, el Salvador del Mundo,
y sólo quedó un hombre de cabellos grises sollozando en el puente de una barca.”
“(…)
marqué en la arena el lugar del arco de triunfo y el de la tumba. Antínoo iba a
nacer, era ya una victoria contra la muerte imponer a aquella tierra siniestra
una ciudad enteramente griega (…) Me parecía imposible abandonar aquel cuerpo
en suelo extranjero (…), ordené en Roma un monumento a orillas del Tíber, junto
a mi tumba (…)”
La tercera sección trata del Antinoeion, descubierto
en 2002, la tumba-templo que Adriano hiciera construir en memoria de Antínooen la propia villa divinizándolo como
Osiris, quien según el mito renace de las aguas del Nilo. De este complejo
procede el obelisco romano que hoy se encuentra en el monte Pincio, el cual
tiene inscripto un jeroglífico que dice ‘Antínoo
descansa en esta tumba localizada en el jardín, propiedad del Príncipe de Roma’.
“(…)
Los ritos de sacrificio que Antínoo había elegido para rodear su muerte nos
mostraban el camino a seguir; no por nada la hora y el día de aquel final coincidían
con el momento en que Osiris baja a la tumba (…)”
“(…)
pensé también en los oratorios egipcios que por capricho había hecho erigir en
la Villa, y que de pronto se mostraban trágicamente útiles (…)” [Cuando este clásico moderno fue publicado
aun no se conocía la existencia del Antinoeion, sin embargo se sugiere la
presencia de una tumba en la Villa Adriana.]
La última sección se centra en el destino
y suerte de Antínoo a través del tiempo. La respuesta obcecada del emperador
por perpetuar la belleza de su siervo más fiel llega hoy hasta nosotros. Las
cinceladas en piedra o en mármol pentélico son la huella indeleble de un amor
que ha trascendido ya diecinueve siglos.
“(…)
En las horas de insomnio andaba por los corredores de la Villa, errando de sala
en sala, (…) y me detenía ante las efigies del muerto. Cada habitación tenía la
suya, así como cada pórtico. Con la mano protegía la llama de mi lámpara,
mientras rozaba con un dedo aquel pecho de piedra. Las confrontaciones
complicaban la tarea de la memoria; desechaba (…) la blancura del mármol (…),
remontando lo mejor posible de los contornos inmovilizados a la forma viviente,
de la piedra dura a la carne (…)”
La muestra que se exhibe en la Villa
Adriana es el mejor ejemplo de esta gran obsesión y sólo podrá visitarse hasta
el 4 de noviembre, la dirección de la villa no es casual: Largo Marguerite Yourcenar, 1. 00010. Tívoli. Italia. La autora también
merecía que su inmenso y estudiado trabajo en recrear un Adriano de carne y
hueso se inmortalizara al pasar de los años.
______________________
1Marguerite Yourcenar. Memorias de
Adriano, 1951. Traducción de Julio Cortázar. Duodécima reimpresión, 1984. Narrativas/Edhasa.
2Reinaldo
Arenas. Antes que Anochezca, 1992. 9.a edición, 2001. Páginas 110-111. TusQuets Editores.
Tumba del Saltador: Pared norte (detalle del fresco) Photo by José Soriano
No me gusta conducir. Centrar la atención
en el timón y hacerlo a la defensiva, me desgasta y me impide disfrutar del
paisaje; así que decidí tomar el transporte público en el pueblo de Amalfi con
dirección al sur. Destino final: Paestum, para el cual tuve que abordar otro
autobús en la ciudad de Salerno1. Aclaro que este segundo segmento
del viaje es largo y aburrido, a través de urbanizaciones nada atractivas, por
lo que empleé ese tiempo en leer e informarme sobre la historia de ese asentamiento
de la Magna Grecia originalmente llamado Poseidonia.
Templo de Atenea, conocido como 'Templo de Ceres', circa 510 a.C.
Debo confesar que la majestuosidad de sus
templos dóricos, bellísimos por cierto, no fue lo que más me impresionó de esta
visita, sino el ‘hallazgo’, en su museo arqueológico, de los simbólicos frescos
de la Tomba del Tuffatore (Tumba del Zambullidor en castellano, o del Saltador como
a mí me gustaría llamarle), la única tumba griega que se conoce hasta hoy decorada
con figuras humanas, toda una colorida metáfora del viaje al más allá a través
de los placeres de la vida.
Tumba del Saltador. Distribución original de las paredes, c. 480 a.C.
Las paredes interiores de la tumba
describen un symposium, una
festividad donde el alcohol jugaba un papel fundamental a la hora de tratar los
temas del banquete; al menos pude enumerar diez figuras masculinas semidesnudas
en los laterales largos y dos jóvenes completamente desnudos en los lados
cortos. Se imaginarán el desenfreno que se formó en mi cabeza: bebida, comida, plática, flirteo, juego, música,
danza, erotismo, sexo… como diría el estribillo de una canción popular en mi
país ‘todo el mundo con la lengua afuera’, aunque prefiero adjuntar la
descripción de una catedrática que participó en un encuentro donde se analizaba
la problemática de la literatura de viajeros, en la Universidad de Rosario (Argentina).
Las ilustraré con mis propias fotografías.
Tumba del Saltador: Fresco de la pared corta este.
“(…) los comensales
disfrutan de las delicias y entretenimientos que ofrece la reunión. Un efebo
desnudo ha vertido ya el vinode la crátera en su jarro y se apresta a
servirlo a los asistentes. En los triclinios hay dos parejas homosexuales y un
hombre solo, igual estructura compositiva tiene la losa opuesta. Las parejas
representadas cumplen una de las pautas fundamentales de la relación homosexual
en Grecia que tiene carácter educativo, social e iniciático. El jovencito era
educado para su vida en comunidad, tanto en el aspecto sexual como en el
guerrero o político por su amante y protector. Éste contribuía, por otra parte,
en el ritual de pasaje a la vida adulta del efebo. La homosexualidad, en este
sentido, constituía uno de los aspectos esenciales de la vida social griega y
los juegos amorosos implícitos estaban incluidos en las costumbres de toda
polis (…)
Tumba del Saltador: Fresco de la pared norte. (Escena del symposium con los amantes y un jugador de kottabos al centro).
Tumba del Saltador: Fresco de la pared sur.
(…) En el segundo
triclinio el adulto está acompañado por su correspondiente enamorado quien
sostiene una copa de modo particular; está jugando al kottabos, juego que combina la destreza y el erotismo. El
participante demuestra su habilidad para lanzar el vino contenido en su copa
hacia un blanco determinado mientras dedica el éxito a su amante. La músicaes
un condimento esencial en el banquete; en esta ocasión vemos un barbiton, especie de lira en manos de
los amantes, y una doble flauta (…)2.
Tumba del Saltador: Fresco de la pared corta oeste. (Una flautista precede a un efebo danzador seguido por un pedagogo/filósofo apoyado en un bastón) La escena recuerda el estilo etrusco y simboliza un adiós a la vida.
A pesar del estilo artístico arcaico de estos frescos, clasificados
así por la rigidez de sus figuras, yo observo un gran dinamismo en (y entre)
ellas y no es la influencia moderna de la televisión 3D: fíjense en el
intercambio intenso de miradas de los dos amantes reclinados, y en ese ademán
de acercamiento, a través de una caricia,
en el cual sostiene la cabeza del joven imberbe, convenciéndolo delicadamente con
un susurro sugestivo que casi puedo adivinar. ¡Con qué
elegancia este artista anónimo ‘relata’ la amorosa conversación!, ¡cuánto
erotismo emana esta pintura! Y qué decir de la mirada libidinosa de su vecino
‘emparejado’, deseando ávidamente la compañía del prójimo, pareciera estar
diciendo algo con espíritu participativo.
Toda la escena es movimiento, como un gran brindis final a favor
de la vida terrenal.
Tumba del Saltador: Tapa o losa de cierre que ha dado nombre al famoso sepulcro.
Por otra parte la pintura interna de la tapa que da nombre a esta
pieza funeraria, sella el mensaje filosófico de esta obra: un joven desnudo
salta desde arriba, al espacio, para zambullirse entre las aguas turbulentas que le acogerán, es el alma
del difunto en su viaje al otro mundo, es el difícil salto purificador desde el
mundo de los vivos hacia el mundo desconocido de los muertos para lograr la
reencarnación eterna.
Falta por aclarar la identidad del difunto, se sabe que era del sexo
masculino y se ha descartado la posibilidad de que fuese un atleta o un
clavadista. Junto a la deteriorada osamenta se encontraron pocos objetos
funerarios, entre ellos una lira similar a las pintadas en las paredes de su tumba
por lo que se ha sugerido que el individuo del sepulcro fuera un músico como
los participantes en las pinturas, que amenizaba las fiestas y no un personaje
integrado en el cuerpo cívico de Poseidonia.
Lo cierto es que tanto en su vida como en su muerte estuvo rodeado
de belleza con la convicción que formaba parte de un ciclo donde los ‘fluidos’ compartidos
en el placer eran el punto de partida y de regreso, hasta que en 1968, su
descubridor nos hiciera cómplice de la estética del viaje que todos hemos
emprendido, este difícil camino que se llama existir.
Photos by José Soriano
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1 Tip: Ruta 34 de la compañía CSTP, en la Piazza Della Concordia.