Friday, October 29, 2010

Sicilia y mis memorias

Photos and video by José Soriano
La Sicilia, como le llaman los italianos, es una visita obligada para cualquier isleño amante de la historia. Disponía de pocos días de vacaciones y la aventura cristalizó para explorar la mayor de las ínsulas del Mediterráneo, cuya geografía accidentada es uno de sus mayores atractivos naturales.
Sicilia tiene de todo y de todos, es un melting pot de culturas y arquitectura, cada uno de sus colonizadores han dejado huellas que conforman su histórico avatar, desde los sicanos y sículos que inicialmente la poblaron en el segundo milenio AC, pasando por los cartaginenses, los griegos y romanos, bárbaros, bizantinos, árabes y normandos, Aragoneses y Borbones, hasta la expedición de Garibaldi que la llevaría a la unión con Italia en el siglo XIX. La Sicilia moderna continuó siendo un punto estratégico en el mapa europeo durante la Segunda Guerra Mundial y ha devenido en una contradicción viva entre su espléndida cultura, las oleadas de inmigrantes y la difusión de la Mafia.
Entré a la isla por Catania, y en la Plaza del Duomo, el elefante de la fuente –esculpido en piedra volcánica- me alertaba cada vez que deambulaba frente a él cuan probable podía ser experimentar una sacudida fuerte que estremeciera la tierra, agitara el mar o destruyera nuevamente la ciudad.
Me desplacé por las calles de Siracusa, quizás por donde un Arquímedes desnudo pronunciara la palabra ‘Eureka’ y una Lucía virgen se convirtiera en mártir cuando un tribunal romano ordenara enuclear sus ojos por persistir en su fe cristiana.
Llegué a Taormina, al pie del Monte Tauro y uno de los poblados más chic de la isla con vistas espectaculares del Mar Jónico y el Monte Etna en una rara tarde gris.

Visité su Teatro Griego, construído en el período helenístico, y desde donde una fuerte lluvia me obligara a abandonar el concierto al aire libre que Elton John ofreciera en tal magnificente lugar. Al día siguiente, bajo un cielo azul, encontré una ciudad hermosa, pulcra y brillante, más cerca de las imágenes históricas y paisajistas divulgada por los turistas de élite, pero mi gran sorpresa no fue conocer que Tauromenion fue fundada por prófugos de Naxos 400 años AC, sino descubrir en uno de sus rincones un restaurant familiar de delicias sicilianas, Il Baccanale, operado por un italiano y su nueva familia cubana, prófugos del siglo XXI. Igual de isleños, la nostalgia los obliga a viajar anualmente al Caribe o a buscar en sus días libres frijoles negros en otros destinos o simplemente disfrutar desde Castelmola, su antigua acrópolis, una de las vistas panorámicas más famosas del mundo.
'Il Baccanale Restaurant'-->
Mi segunda sorpresa fue en Palermo, en la urbe capitalina encontré a una Habana que ya no es. Salvando las distancias históricas y el estado de conservación de sus edificaciones, sus calles, pórticos y balcones, incluso sus olores, suciedad y polución me transportaban con la mirada perdida en la memoria a mi vieja capital. Del Palermo medieval traje bellas imágenes de la Cappella Palatina, una joya del arte árabe-normando, cuyo rival se encuentra en los espléndidos mosaicos del Duomo de Monreale.
Visitar el Valle dei Templi en Agrigento fue el móvil de este viaje, donde se encuentran diseminadas -entre olivos milenarios- prestigiosas huellas de la antigüedad, como el Templo de la Concordia (V siglo AC) uno de los templos dóricos mejor conservados de la Magna Grecia.
Finalmente hice La Ruta de la Sal pasando por el gran puerto de Trapani con destino a Erice, un pueblecito medieval de ensueños, insertado en la cima del Monte San Giuliano y famoso por su culto a la diosa de la fertilidad Venus Erycina.
De regreso a Palermo en busca de su aeropuerto internacional y para más similitudes con mi isla, se anunciaba por doquier la llegada del Papa Benedetto XVI y se iniciaban las labores de limpieza, recogida de basura y embellecimiento de las calles por donde se le daría masiva bienvenida al sumo pontífice.