|
SIEMPRE SE OLVIDA ALGO de Virgilio Piñera.
De izquierda a derecha: Alexander Otaola, Joel Rod y
Zulema Cruz. Photo by José Soriano |
Leo un email
enviado desde La Habana cuyo asunto decía
“Ya comenzó el Año Virgiliano”. Me
cuesta pero tengo que aceptar que hasta se haya creado una comisión
organizadora para celebrar el centenario de
Virgilio Piñera, figura relevante
de las letras y el teatro cubano, quien en vida fuera renegado al ostracismo
por su ideario y su conocida homosexualidad. Le comentaba el tema a una amiga
de la Isla de visita por Miami quien me repostaba apelando a la
dialéctica, la
rectificación y los
cambios deseados. ¡Claro que es bueno para nuestra cultura
reconocer las huellas que dejaron sus intelectuales! pero en ninguna de las
notas leídas encontré una simple oración de disculpas. Bueno, qué esperar de
los isleños del Caribe cuando el propio resucitado escribiera desde el año 1943
aquel verso que decía
“La maldita circunstancia del agua por todas partes/ me
obliga a sentarme en la mesa del café”, ¡quién mejor que él para conocer el peso
de su
Isla y sus coterráneos!
Simultáneamente venían
a mi mente las letras que Reinaldo Arenas (otro ninguneado por las
instituciones) dedicaba a Virgilio en su ‘Antes que Anochezca’. Como amigo y
conocedor de su obra lo desnuda con su irreverente pluma y hasta lo sitúa como
el gran ausente en su propio funeral:
“Virgilio Piñera,
a pesar de su extraordinaria obra, ya entonces publicada, y de toda su fama,
entraba, sin embargo, en la categoría de la loca de argolla1; es
decir, tenía que pagar muy alto el precio de ser maricón. Fue recogido a
principios de la Revolución y llevado al Morro donde, gracias a la intervención
de altas personalidades, (…) pudo salir de la cárcel. Después fue mirado
siempre de reojo y sufrió incesante censura y persecución. Como loca de argolla
era un personaje extremadamente auténtico y él sabía afrontar el precio de esa
autenticidad.
(…) Detestaba
cualquier elogio a su obra, detestaba también la alta retórica (…) Era
homosexual, ateo y anticomunista.
(…) Virgilio era además
feo, flaco, desgarbado, antirromántico. (…) Virgilio veía a la Isla en su
terrible claridad desoladora (…)
(…) Representaba
al eterno disidente, al inconforme constante, al rebelde incesante (…)”
Al parecer, la
moda de los homenajes también llegó a la Universidad de Miami, y en el marco de
un congreso internacional de Teoría y Práctica del Teatro Cubano en el Exilio
se celebró a Virgilio con conferencias y representaciones escénicas.
Asistí a la
clausura teatral, una obra que según el director de la puesta, Yoshvani Medina,
es uno de los textos menos conocidos del dramaturgo: ‘Siempre se olvida algo’
en el ArtSpoken Center. La escenificación es tan absurda como la vida de su autor,
genera situaciones de humor y nos subraya con fuerza los rostros de la doble
moral que asumen los seres humanos ante inverosímiles situaciones, tan actual
como cuando fue escrita.
Me hubiera
gustado mucho que en La Habana la apertura de este Año Virgiliano se hubiese iniciado
con ‘Siempre se olvida algo’, como la gran disculpa para recorrer los caminos
de la amnesia colectiva “sin yodo y sin aspirinas”.
1Arenas,
Reinaldo. Las cuatro categorías de las locas. Antes que Anochezca. Página 103. TusQuests Editores. 9.a edición:
diciembre 2001.