El elemento agua, presente en estas fotografías, en forma de mar o de lago o de río, es tema permanente en muchos de los versos que Dulce María Loynaz escribiera entre 1920-1938: el agua reflejando sus paisajes, moviéndose en libertad, compartiendo sus secretos... Este es el humilde homenaje de un viajero tímido ofrecido a su poetisa. Su dimensión literaria lo colma, y ahí están los versos replicándose en su mente cada vez que llega a un puerto y no encuentra quien le espere.
Video by José Soriano
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Las palabras introductorias del blog son muy emotivas, me gusta el corte drástico que das entre tu realidad acá y la que comenzó con tu llegada, para qué regodearse en el dolor y el tiempo perdido?. Me gusta también la alusión a la Loynaz símbolo de la constancia, la verdadera cubanía, que se mantuvo en su tierra como le correspondía a la hija de un general mambí, que se ufanaba de ser una mujer peligrosa pues conocía que su correspondencia era vigilada, que tuvo el valor de decir cuando le dieron el premio Cervantes que ello había sido un triunfo del amor y el olvido, que supo esperar 25 años por el hombre que amaba pero que no cambió su patria por él cuando decidió irse y abandonarla, para después al punto de morir regresar. Me parece que tu blog va a ser muy emotivo. Gracias.
ReplyDeleteAmigo Soriano (muy justo el comentario del Sr.Esteban).Este blog se parece a tí.
ReplyDeleteMuy bello encontrarme la voz de Dulce María Loynaz esta noche desolada y fría de Madrid. Gracias. Alberto Lauro.
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