Friday, April 6, 2012

Asaltado por las Dudas


Ven y Mira, 2011. Joel Besmar
Photo by José Soriano
Ayer recibí un e-mail procedente del Departamento de Servicios Pastorales del sitio donde laboro invitando a todos los trabajadores a celebrar esta Semana Santa en la capilla del hospital, el texto se titulaba “A Reflection on HOLY WEEK…” y en tres apretados párrafos se resumía la vida de Jesucristo; sorry capellán,  pero no en todo estoy de acuerdo. Y no me refiero solo a disentir en los aspectos filosóficos y/o religiosos, se trata de ser consecuente con el bagaje histórico-cultural.

 The Crucifixion with St Francis. 1285
Jacopino da Reggio.
Metropolitan Museum of Art. NY
Photo by José Soriano
En sus apuntes se refería a un evento ocurrido en en Medio Oriente hace 2000 años atrás que cambió al mundo para siempre y comentaba:

 “(…) Every time we write a date, we are using the death and resurrection of Jesus Christ as the focal point. A.D. and B.C. History was split by this one event (…)”

Como un rayo de luz pasó por mi mente aquel programa de la TV cubana llamado “Escriba y Lea”, aun en el aire por más de 40 años, donde tres panelistas -catedráticos universitarios- desarrollaban un algoritmo de razonamiento para ‘descubrir’ un tema X del conocimiento de la humanidad a partir de muy pocas claves. Y el panel era muy cuidadoso a la hora de ubicar los hechos, preguntaban algo así como… ¿Anterior o posterior a Nuestra Era?”. En momentos en que el ateísmo y el materialismo inundaban nuestras universidades, mencionar un antes o después de la vida de Cristo no hubiera ofrecido larga vida a ese programa educativo en vivo.

En lo que todos coincidimos es que B.C. (Before Christ, en español antes de Cristo [a.C.]) se refiere a los años anteriores a la vida de Jesús (traducido del idioma inglés), quien ya pertenecía a Nuestra Era, sin embargo, A.D. una vez más fue usado erróneamente como “After the Death” (después de la muerte de Cristo) en lugar del latín “Anno Domini” de donde ha sido tomado (En el Año de Nuestro Señor Jesucristo -se refiere al nacimiento y no a la muerte-) que cuenta consecutivamente el número de Pascuas según el calendario gregoriano y que en español corresponde a después de Cristo (d.C.).

Interpretando literalmente las palabras del capellán pudiéramos deducir que los 33 años vividos en la Tierra (espacio) por Nuestro Señor Jesucristo fueron atemporales, no existieron en ninguna de las dos eras (tiempo), al no definirse un año 0 y al “A.D.1” referirse al primer año de nuestra era. De todas formas las imprecisiones al computar la historia continúan: Si Herodes ordenó la matanza de los inocentes al enterarse del nacimiento del Mesías y el malvado rey murió de una terrible enfermedad alrededor del año 4 a.C. (B.C. según los textos en inglés), entonces la Natividad debió ocurrir antes que el tirano falleciese.

Lamentation (detail). 15th century. Petrus Christus.
Musées Royaux des Beaux-Arts. Brussels
Photo by José Soriano
Dicho esto me surgen otras dudas como la de 'celebrar' el Viernes Santo. Es válido el recogimiento, el sentir pena y recordar un día como ese que significó tanta sangre (que no Cabernet) y dolor para un ser humano (y sus seres queridos), que arrastró una pesada cruz y murió clavado en ella por sus principios convirtiéndose en el símbolo que es hoy para la humanidad, un día para lamentar tanta maldad y odio, no para ‘celebrar’, palabra que implica festividad.


Pero ahí están los símbolos de la pasión, poderosos y eficaces para contar la historia y trasmitir el mensaje divino. Cada vez que veo la cruz sin el cuerpo agonizante, todo lo que me recuerda es un instrumento de tortura y muerte,  que pareciera estar a la espera de la próxima víctima. ¿Cuántos ríos de glóbulos rojos han corrido a lo largo de nuestra era justo después de este evento?.

Por eso, la resurrección que yo reconozco está en la erudición, en el estudio y en la conquista del conocimiento como únicas formas de alcanzar la libertad y mejorarnos como seres humnos. En parte debo agradecer a ese arcaico programa televisivo que sembró en mí la semilla de la búsqueda de la verdad. En el calvario de la desinformación de entonces aprendí que no todo lo escrito en blanco y negro era cierto, y en el mar de sobreinformación de hoy he encontrado vías facilitadoras e inhibidoras que -como lifesavers- me ayudan a no ahogarme y seguir adelante. Parodiando el libro de la Apocalipsis se me ocurre sugerir: Venga, lea, piense, y entonces, escriba.