Friday, April 5, 2013

La Sopa, Yoani y el Puente de Avignon

Pont Saint-Bénezet. Avignon.
Photo by José Soriano
Al fin Yoani Sánchez llegó a Miami, no para quedarse como mucho de nosotros hemos hecho, sino para continuar viaje y después regresar a su país (que ya no el mío). Lo cierto es que en esta semana su imagen me sale hasta en la sopa: en periódicos y revistas, emporios televisivos, redes sociales y en conversaciones entre familiares y amigos.
Yo pensé que iba a presenciar más circo en el Freedom Tower del downtown de Miami,  pero una extensa jornada laboral en ese lunes lluvioso no me permitió ver mas allá que aquello que comentaron los noticiarios cuando alcancé la almohada cerca de la medianoche.
Poco después me ‘empapé’ del discurso leído por la bloguera que ya aparece en su blog. Un poquito más de lo que ya sabíamos, adornado ahora con la anécdota del tren y cuyo mensaje de unidad arrancó aplausos en un auditorio ávido de derribar muros de ideas y extender puentes de fraternidad.
Yo esperaba –quizás en lo formal- un discurso diferente, al menos unas palabras introductorias que se refirieran al sitio donde se le hacía la bienvenida y por el que han pasado miles y miles de exiliados cubanos, pero no, lo hizo a la mejor usanza de un post.
Lo cierto es que el primer párrafo de su lectura me catapultó a la ciudad de Avignon, Francia:
Allá por el año 2005, después de una cena fabulosa, mi compañero de viaje y yo salimos a explorar las calles intramuros de la que fuera la Ciudad Papal en el siglo XIV, y cerca de su centenaria universidad divisamos un centro nocturno cuyo nombre y música hispana nos estimuló a entrar. Una pareja de baile de tez oscura (ella, dominicana; él, cubano) se divertían en su salsa, mientras que pocos clientes (jóvenes turistas diversos) consumían tragos tropicales empotrados en sus sillas sin menear el esqueleto. O sea, que había suficiente espacio para explorar el pequeño lugar que tapizaba sus paredes con gigantescas fotos de un Che Guevara uniformado, descamisado, con atuendos de albañil, con habano o con fusil. La indignación anidó en nosotros y ante comentarios y ripostas subidos de tono con los bailadores acerca de semejante ignominia, dos agentes de seguridad seguidos por el propietario francés nos pusieron ‘de patitas’ en la calle mientras nos advertían que en ese sitio no eran bienvenidos los cubanos de Miami, aun cuando nunca nos preguntaron la procedencia.
Este fenómeno clasificatorio se repite en Europa y América Latina y no es ninguna novedad; se nos presentó en un avión de conexión con unos turistas españoles en Argentina y en un tren por la Toscana con otro israelí. Para entonces, cuando Cuba no había flexibilizado sus medidas migratorias, la respuesta era siempre la misma: de haber sido ‘cubanos de Cuba no hubiéramos estado por aquellos lares con libertad de movimiento y sobre todo por el fruto de nuestros propios esfuerzos.
Photo taken from informe21.com
Después presencié una entrevista afable y bien equilibrada en el programa de Jaime Bayly, he de confesar que me agradó. Vi a Yoani expresar sus miedos al regreso, más serena que La Serenissima sin acqua alta, y vi pena auténtica en sus ojos cuando se refirió al servicio militar obligatorio al que su hijo deberá enrolarse. Le oí decir que ha tenido que decidir “si vivir o escribir, si sentir o twittear, tareas que el exilio trabajador conoce muy bien.
Muchas fotos abundan con ella por estos días en los medios digitales: amigos, representantes de organizaciones del exilio, autoridades eclesiásticas, empresarios de los medios, políticos y celebridades, he visto muchas, muchas, sin embargo, no encontré ninguna con Reina Luisa Tamayo¿habrá alguna cubana de hoy que haya gritado más alto quiénes fueron los asesinos de su hijo? ‘Cubanos y punto’, fue el título de su presentación.
Creo que convertirse en figura tan conocida, le privará aun más su posibilidad de desplazarse sin ser escrudiñada, de hecho ha sido celosamente custodiada y protegida por estas tierras, paradoja para quien busca la libertad plena.
Mi generación no es la de las Y, es la generación experimental que le precedió, aquella en la que todos los programas educativos eran de ‘prueba y error’, de la que en Historia Universal solo se nos impartió clases de los Movimientos de Liberación Nacional de África y América Latina. Ya sé lo que dice la dialéctica y la canción: “Todo Cambia”, pero mi futuro en Cuba quedó mutilado, tan truncado como el viejo puente medieval de Avignon que alguna vez unió las laderas del Ródano, y después de tanto tiempo con sentimientos de no pertenencia –como electrón sin órbita- ya ni sé cuál es mi lugar en este potaje de gentilicios.


Pont d'Avignon2005
Photo by José Soriano