A Jesús, por la amistad ...
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Ancient Near Eastern lion-griffins. Musée du Louvre |
"Voy a marcar este cuerpo" decía el SMS del amigo isleño que germinó en
el Viejo Mundo.
Prejuiciado por antiguos conceptos sumergidos en la
marginalidad de prisioneros o en la pobre reputación de los marineros, le
repliqué que desistiera de la idea y no mancillara la lozanía del más
extenso de sus órganos.
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Lion-griffin tattoo. Photo courtesy of J.M.P.D |
La decisión era un hecho. Entrar al
espacio de los tan globalizados tattoos es
recorrer un sendero de significados, símbolos, sentimientos,
credos, motivaciones y hasta convicciones políticas; un mundo de arte y diseño. Me lo
demostró algunas horas después cuando recibí su picture message. Se
pronunciaba en su piel una divinidad fantástica babilónica, representante de
la fuerza y el poder sobrehumano, velador de templos
sagrados y palacios reales de la antigua Mesopotamia.
Desde el área visiblemente inflamada, los trazos
del dibujo multicolor saltaron hacia zonas de mi memoria
asociativa, hasta encontrarme a mi mismo frente a imágenes 'guardadas'
procedentes de las colecciones de arte asirio que por vez
primera contemplé en el Musée du Louvre.
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The Archers of Darius. Susa c.500 BC.
Glazed Brick. Musée du Louvre |
El mundo cambia, y a las marcas naturales de nuestra fisionomía, pecas y
lunares, líneas de expresión o cicatrices portadas desde la
niñez, le impregnamos hoy diminutas gotas de tinta que de alguna forma
'definen' la historia personal en la dermis. Conociendo la
adicción que generan estas marcas
adquiridas, le pido al chico -ahora peninsular- que se abstenga de repetir
el diseño, pues pudiera terminar inscribiendo hacia 'el sur de su garganta' los relieves de los
fabulosos monstruos esmaltados sobre ladrillos, que otrora adornaron las murallas de la megalópolis del Eufrates. En tal caso,
los Arqueros de Darío pudieran servirle de guardia personal
y proteger al manso e inerme cordero que lleva dentro.
Él, procedente de una ciudad que colapsa, llevará
por siempre en su piel el detalle opulente de una civilización perdida.
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Horned dragon, emblem of the god Marduck, protector of Babylon. Ishtar Gate. c.605-562 BC. Metropolitan Museum of Art. NY |
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Walking Lion from the Processional Way. Babylonian 6th c. BC. Metropolitan Museum of Art. NY |
Photos by José Soriano